A pesar de la mucha, muchísima emoción que me dio el ver el espectacular lanzamiento del Falcon Heavy no pude evitar cuestionarme todo el performance ¿Es esto el ardid publicitario más caro y épico del mundo? Algo de la imagen del astronauta tras el volante resulta familiar, tal como la introducción del clásico de 1981 Heavy Metal, que varios mencionaron en el archivo, que tiene sus raíces en los cómics eróticos de la publicación francesa Métal Hurlant. Reconozco que personalmente ese no es mi sueño erótico cósmico, pero más que eso, la imagen de ese memorable martes 6 de febrero del 2018 me transportó a recuerdos perdidos de infancia, a las caricaturas inspiradas en el espacio y en particular a los Halcones Galácticos surcando la galaxia, persiguiendo a Monstruón y sus secuaces intergalácticos que manejaban unos enormes convertibles biotecnológicos cincuenteros.
Las referencias a la ciencia ficción que hizo Musk son muchas, el «Don’t Panic» de La guía del autoestopista galáctico, la canción de David Bowie Life on Mars?, las novelas de La fundación de Isaac Asimov… Es alucinante que un ser humano haya logrado llevar un chiste privado hasta las fronteras más inaccesibles de la humanidad, donde solamente las naciones más poderosas habían podido llegar ¿Qué es lo que pone en cuestionamiento este lanzamiento?
Creo que el logro de Elon Musk más allá del performance publicitario para sus compañías es el haber cuestionado el lugar de las naciones en la carrera espacial 2.0, el dejarnos claro que si hay voluntad ¡Claro que se puede! Hay que recordar que Space X se fundó en el 2002 y con 16 años de existencia pasaron de ser una startup a una de las compañías que más rápido avanza e innova en cuestión de transporte espacial, o por lo menos la que más lo hace público. El espacio está en las manos de… quien lo pueda pagar y sea lo suficientemente tenaz para aguantar los embates de la curva de aprendizaje. Parecería que el dinero es el único límite de las compañías sin un sistema gubernamental y burocrático que las puedan frenar.
En ese punto es donde el Starman en el Tesla «Cherry red» se inserta en el terreno de la excentricidad capitalista: ¿Cuándo la NASA o ESA o Roscosmos se hubieran atrevido a mandar un chiste de esas proporciones al espacio? ¿Qué no existe un marco jurídico que determine qué si y que no puede flotar en el espacio, que según nuestras leyes terrícolas es «patrimonio de la humanidad» (#whateverthatmeans) ? Y a todo esto ¿Cuáles son los futuros que estamos cimentando en este momento de la carrera espacial 2.0? ¿Qué estamos proponiendo como plan para la humanidad? No tengo la respuesta a las dudas que planteo, pero me queda claro que este capitalismo indomable no velará por todos, sino por el famoso 1% que acumula el 82% de la riqueza del mundo, eso sin contar con otros escalofriantes horizontes que tienen que ver con el advenimiento de la inteligencia artificial y el posthumanismo.
¡El Teslá rojo tripulado por spaceman es para mí un hecho simbólico, una despampanante llamada de atención para despertarnos de nuestro letargo y darnos cuenta que el mundo está cambiando a un ritmo del que no podemos siquiera ser conscientes! Esas fantasías que nutrieron no solo la cabeza de Elon Musk sino de los de millones de televidentes, se están concretando en una realidad que todavía no sabemos si será un sueño o una pesadilla alucinante sin escapatoria a la Philip K. Dick.
Afortunadamente faltan muchas cosas para que Marte sea verdaderamente una posibilidad para la humanidad y ahí radica la belleza del asunto, el Marte que viene será en la medida que nos lo imaginemos. Los invito a que reflexionemos otros mundos posibles, que nos permitamos ese ejercicio, que lo compartamos y dialoguemos; quizá en este vaivén de ideas encontraremos la forma de escapar al sistema capitalista que destruye en el valor simbólico del dinero nuestras fuentes de sustento, o por lo menos generaremos obras que inspiren a alguien más a que algún día, en una esquina de este u otro planeta, las cosas sean mejores para más personas.